La mayoría de los edificios enraizados por el suelo asturiano han superado ya la cuarentena. Ya peinan canas. Y eso es un problema, pero también una oportunidad. Es un problema porque estos inmuebles consumen una enorme cantidad de energía y, consecuentemente, escupen a la atmósfera enormes cantidades de CO2. Pero es una oportunidad porque la Unión Europea (UE), a través de los fondos de reestructuración de la economía, ha reservado un generosísimo presupuesto para meterle un buen tijeretazo a estos gases.
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